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Comerciantes del Santuario de Popoyuapa sufren los daños colaterales de la prohibición de las Carretas Peregrinas

Doña Ignacia es una capitalina de 62 años. Aguerrida pese a los años que tiene, trabaja en ventas ambulantes para ganarse la vida. Vive con su hija Magdalena, una mujer soltera de 40 años que cría a sus tres hijos y a quien le enseñó todo lo que sabe sobre ganarse la vida como comerciante informal. 

Por estos días, cada año, doña Ignacia hacía planes para viajar a Rivas e instalarse en las afueras del Santuario Nacional de Popoyuapa, dónde le iba bien en las ventas de dulces y objetos religiosos y de temporada, pero por segundo año consecutivo, se vio afectada, debido a la suspensión de la actividad religiosa como parte de las acciones represivas del régimen de Daniel Ortega y de Rosario Murillo contra la iglesia Católica y el país entero. 

Las Carretas Peregrinas de feligreses que recorren durante una semana más de 100 kilómetros desde varias lugares del país, hacia el Santuario de Popoyuapa en Rivas como pago de promesas a Jesús del Rescate, es una tradición de más de 150 años de quienes profesan la fe católica. Mientras unos llegan a pedir por milagros o pagar por alguno recibido, otros como doña Ignacia y su hija, llegan para ganarse la vida. 

“Llevo más de cincuenta años de instalar mi tramo allá, mi mamá siempre me trajo aquí y vendíamos bastante. Ella falleció y yo heredé el oficio y la costumbre. Es una forma de vida y una tradición, digamos familiar, porque mi hija ya lo hace conmigo”, comentó doña Ignacia para este reporte, quien vende las tradicionales  muñequitas de dulce, almíbar, gorras y otros productos típicas de la temporada religiosa. 

“Siempre nos emocionamos al venir al Santuario de Popoyuapa -añadió- porque es una de las celebraciones con mayores ganancias en ventas, es por la cantidad de gente que asiste a esta bonita tradición, hasta extranjeros y nacionales, pero lamentablemente ahora todo es diferente”, señala la vendedora. 

Préstamos para instalar negocios 

La hija de doña Ignacia contó que prestó dinero para invertir en la venta de este año y parte del dinero, también lo utilizó para lidiar con los problemas de salud de su madre. “El problema es que ahora sin ventas, no tengo como reponer ese dinero”, se quejó Magdalena.

Mauricio Flores es un ciudadano de Masaya de 58 años. Dice que este año cumplía cuatro décadas comercializando comida en esta tradición. “Es lo que he hecho casi toda mi vida”, dice. “Y ahora de repente, nos quitan la tradición religiosa y una forma de ganarse la platita para el bocadito de mis tres hijos, mi esposa y mi mamá, que gracias a Dios la tengo con vida”, se quejó. 

Según Flores, estos días logró instalarse, pero las ventas se han desplomado. “A veces solo logro vender cuatro platos al día y uno presta dinero para invertir. Lo que preocupa, es que si ni siquiera hay ganancias para comer, menos que haya para pagar los compromisos que adquirimos como comerciantes”, señaló.  

El vendedor de comida dice que cada día en Nicaragua es más difícil ganarse la vida, debido a que no hay empleos, ni gente comprando en negocios como los que él tiene. “Ya no se que inventarme para ganar dinero honradamente, como Dios manda, qué emprendimiento, ni nada, menos eso que promueve el gobierno con esas ferias. Ahí nadie vende nada tampoco, solo va gente porque le ordenan hacer bulto para dar la idea de que son buenas, pero no llegan compradores”, critica. 

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De remate: les cobran impuestos 

La visita al Santuario Nacional de Jesús del Rescate es una tradición de años y de decenas de nicaragüenses que han heredado la tradición de sus padres y abuelos. Hoy lamentan que sea delito asistir a honrar sus creencias, debido a que los represores ven como una acción de enemigos profesar la fe, especialmente la católica. 

“Año con año visito el santuario, soy un fiel promesante de Jesús del Rescate”, dice don José Manuel, quien explica que su “santo le ha concedido varios favores y milagros”. 

“Esta es una tradición que conocí de mis abuelos, mis padres la adoptaron y ahora me toca a mi para después inculcarle a mis hijos. Me parece injusto que sigan reprimiendo al pueblo, al pueblo católico porque nos movemos por fe y esta actividad es en agradecimiento a Jesús del Rescate”, dijo el católico que este año cumple 20 de llegar a Popoyuapa. 

Otro comerciante de Masaya dijo que en 45 años que él cumple yendo a Popoyuapa, parte de ellos para ganarse la vida, no había vivido lo que vive en la actualidad. “Prohibir la expresión de fe, es una locura”, acusa. “Olvidan que hay gente que también depende de esta actividades, uno aquí aprovecha y vende sus cositas para sobrevivir”, señala junto a la mesa donde ofrece artesanías, las que instaló desde finales de febrero. “Ha sido un fracaso las ventas”, añade. 

En los alrededores del Santuario se han instalado unos 40 tramos de vendedores tradicionales. Por establecerse en el lugar, pagan a la municipalidad. “Es una ironía porque el régimen afecta las ventas y no perdonan los cobros, aunque saben que nos va mal”, dice una comerciante rivense. 

Iglesia obligada a callar 

Cada año representantes del Santuario Nacional Jesús del Rescate se reúnen con la policía para discutir las actividades a realizarse con las Carretas Peregrinas pero este año, autoridades religiosas recibieron un rotundo “No” cuando solicitaron el permiso para dar paso a los promesantes. 

“El año pasado, la página del Santuario hizo pública la cancelación de las Carretas Peregrinas, sin embargo, pese al comunicado, autoridades de las diferentes alcaldías de Masaya, y Rivas para aparentar normalidad, dieron paso al recorrido tradicional de Jesús del Rescate, pero este año no fue así”, dijo un promesante. 

Año con año arribaban más de 400 Carretas Peregrinas al Santuario. Es posible que las autoridades permitan la llegada en estos días de quienes ellos aprueben. “Es lamentable, pero la fe siempre se impone”, señala una rivense que espera que en el futuro las cosas cambien. “Será un milagro de Jesús del Rescate, lo verán”, aseguró. 

Visitas no se detienen 

El Santuario Nacional Jesús del Rescate, no solamente es visitado en estos días por los nicaragüenses, creyentes en su mayoría de los llamados Pueblos Blancos ubicados al oriente del país, sino también por personas de otros departamentos como el norte, la capital Managua y sus municipios colindantes. 

“Nosotros venimos a ver a Jesús del Rescate desde largo, somos de Jinotega, desde que el santo curó a mi sobrinita de una enfermedad nosotros dijimos que año con año vendríamos a visitarlo. Estoy aquí porque nadie va a quitarme la devoción, ni mi fe que le tengo al santo patrono de los rivenses”, dijo una joven de apellido Ruiz.

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En 2020 y 2021, las Carretas Peregrinas llegaron a Rivas, y eso que el país sufría los efectos de la pandemia por Covid-19. La iglesia emitió un protocolo de visita, pero ahora la represión ha causado estragos más graves a esta costumbre. “Fueron días difíciles, pero la fe se vivió, no como ahora que profesarla te puede llevar a la cárcel. Vivimos tiempos difíciles en el país, pero la fe nos vale”, aseguró un promesante que encendió una vela ante la imagen en la que él cree.            

Este año, los rivenses solo pudieron hacer la tradicional vela del Sangre Grado  el 16 de febrero. La rivense Joseline Mercado, explicó que esta actividad se realiza desde 1937 y es una especie de vigilia de cantos y rezos al patrono de Rivas previo a las celebraciones mayores. 

Por ahora, los religiosos saben que el tradicional viacrucis mantiene su recorrido a lo interno del templo y no creen que la imagen pueda salir a recorrer las calles de Popoyuapa, como cuando lo hacían en tiempos en que el país gozaba de libertad religiosa.