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“La Modelo”, “La Esperanza” y los dos “Chipotes”, las cárceles más oscuras de la dictadura

Dentro de una celda que mide 2.2 metros de frente por 3.2 metros de fondo, permaneció en cautiverio José, un exprivado de libertad que fue enviado a “La Modelo”, el Sistema Penitenciario Nacional “Jorge Navarro” de Tipitapa, tras ser hallado culpable de cometer un robo agravado. 

Recuerda para este reporte, que sus días, las pasó sobreviviendo en celdas pequeñas, insalubres y tomando a veces lo que él llamó “agua chacha”, que es una especie de caldo de carne con pocas verduras con arroz blanco.   Antes de su estadía, le gustaban los frijoles fritos, pero hoy no quiere ni verlos. “Es que en la cárcel me los daban a punto de malearse, horribles”, recuerda.

Contó que las celdas en ese centro correccional son de tamaños muy reducidos, con dos camastros, uno sobre otro, una pila para agua, un hoyo como inodoro y un pequeño lavadero. “La vida es difícil allá, sí que uno paga caro las faltas que comete”, dice José, que tras salir de su presidio, prometió “corregir sus pasos” para no volver a ese lugar. 

“La Modelo” es una de los centros carcelarios para hombres más grandes del país. Según historiadores locales, se comenzó a construir en 1955, durante la dictadura de la familia Somoza, y 11 años después, fueron inaugurados sus primeros pabellones. Aunque fue concebida como una correccional común, sus celdas han sido utilizadas para presos políticos también.   

En sus celdas por ejemplo, estuvo Daniel Ortega. Fue el preso No. 198, condenado por participar en el asalto a un banco durante sus años de guerrillero y él mismo, se convirtió años después, en el carcelero de sus enemigos políticos, pues allá encerró a decenas de nicaragüenses que se han opuesto a que deje el poder hasta la muerte.

Sobrepoblados 

La cárcel “La Modelo” fue construida para albergar  a unos 2,400 reos, sin embargo, en los últimos años, ha llegado a tener una población penal de más de 5,000. Hasta 2023, el revivido Ministerio del Interior (Mint), contabilizó 21,098 reclusos en todo el país, más de un 300% en comparación a 2008 -un año después del retorno de Ortega al poder- cuando el país contabilizó 6,803 prisioneros. 

A un costo de cinco millones de córdobas, unos 750 mil dólares por entonces, fue construido este penal en el municipio de Tipitapa, departamento de Managua.  “La Modelo” se extiende por 13,980 metros cuadrados, y al fondo, separado por muros de cinco metros de alto, se encuentra el área de seguridad conocida como Galería 300, un anexo de 150 celdas para un promedio de 300 presos más, donde se ubican las celdas de máxima seguridad y de castigos desprovistas de ventanas e iluminación. Al lugar le llaman “El Infiernillo”, por las altas temperaturas que causan su encierro.  

Allá por 1980, un año después que el Frente Sandinista (FSLN), tomara el poder tras derrocar por la vía de las armas a la dictadura de la familia Somoza en 1979, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) visitó “La Modelo” y constató las pésimas condiciones carcelarias, las que pese a los años  y otros gobiernos que han habido, no han cambiado. 

La CIDH describió a “La Modelo” como un edificio con siete grandes pabellones distribuidos a partir del edificio principal, tres a cada lado y uno al fondo. Dentro de los pabellones, las celdas están repartidas en dos pisos donde solo hay un baño. Los presos vivían hacinados y en malas condiciones. 

Pero la fama de “La Modelo” sigue intacta. Temida y respetada, un lugar de encierro para criminales reales, malandrines y personajes destacados del país opuestos al poder, religiosos y recientemente un Obispo, el de Matagalpa, monseñor Rolando Álvarez, quien por órdenes de Daniel Ortega pasó casi un año en una celda de castigo por desafiarlo. 

Solo para mujeres

En el mismo municipio donde funciona “La Modelo” se eleva el nuevo Establecimiento Penitenciario Integral de Mujeres (EPIM), conocido como “La Esperanza”, la cárcel exclusiva para mujeres en Nicaragua cuyo concepto fue inaugurado en 1987 y tuvo una capacidad para 120 internas en el kilómetro 14 de la carretera Masaya – Managua. 

Luego el penal pasó a ser construido en Tipitapa con 1.8 millones de dólares incautados en 2012 a un grupo de narcotraficantes capturados durante la llamada Operación Televisa.

En un inicio, esta prisión fue una de las mejores del país al contar con excelentes condiciones carcelarias, pues el número de reclusas siempre fue poco. Sin embargo, a partir del estallido sociopolítico de 2018 cuando las cárceles de Nicaragua empezaron a “llenarse” de presos y presas políticas, las denuncias por malos tratos y torturas incrementaron en “La Esperanza”. 

El panorama para las mujeres de este penal fue distinto al de hace dos décadas. Las condiciones de hacinamiento empezaron a ser más frecuentes en estos calabozos, incluso se llegó a contabilizar a 15 presas en una celda pequeña, de acuerdo a relatos de reclusas. “La Esperanza” se divide en tres pabellones, del lado derecho, en los pabellones 4 y 5, se encontraban las mujeres mayores privadas de libertad con padecimientos crónicos. 

En esta prisión de mujeres, la insalubridad ha sido un problema con el que conviven a diario las reclusas, sobre todo por la proliferación de insectos, ratas, y cucarachas. En caso de necesidades médicas, se dice que el centro de salud penitenciario es sumamente pequeño y no cuenta con los equipos necesarios para tratar ciertas enfermedades, según una exrea de conciencia, que ahora se encuentra en libertad.   

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Incluso, hubo denuncias como las que señala que se les obligaba a las reclusas a vestir el mismo uniforme azul hasta por una semana, con derecho solo a dos cambios de ropa interior. 

La defensora de derechos humanos, la abogada nicaragüense Yonarqui Martínez, dijo que “La Esperanza” -a pesar de ser la más limpia en comparación a otras cárceles- padecía los mismos problemas de hacinamiento y las detenidas sufrían malos tratos psicológicos, sobre todo, si era una prisionera política. 

El temido “Chipote”

Sin embargo, “La Esperanza” y “La Modelo” no son las únicas prisiones en Nicaragua donde las mujeres y hombres que han llegado allá por persecución política, han denunciado torturas, hacinamientos, e incluso, violaciones. También el régimen cuenta con la Dirección de Auxilio Judicial, conocida como “El Chipote”, la tenebrosa cárcel que por años se ubicó en la Loma de Tiscapa, una pequeña elevación de origen volcánico situada en el centro de Managua. “El Chipote” llegó a  registrar  un sinnúmero de denuncias por maltrato hacia reos.

Algunos que llegaron producto de la crisis política del 2018, todavía no superan sus traumas. Pero antes, en 2014, este penal también fue señalado en  750 denuncias de violaciones de derechos humanos, como la desatención médica y la mala alimentación contra sus detenidos.  

Para el 2019, la prisión fue reemplazada por el Complejo Policial “Evaristo Vasquez”, y la gente lo bautizó como el “Nuevo Chipote”, debido a que el patrón de tratos se mantuvo, aunque con celdas remozadas. Este centro de detención, se  eleva en las inmediaciones del Parque de Ferias del barrio Memorial Sandino, en Managua. Esta construcción, tuvo un costo aproximado de 5 millones de dólares.

La inauguración de la nueva cárcel ocurrió luego que en 2018, la Oficina del Alto Comisionado de Derechos Humanos de la ONU (OACNUDH), demandara al régimen el cierre de “el viejo Chipote” tras conocerse sólidos testimonios de torturas que van desde golpizas, abusos sexuales, sodomización y asesinatos. 

“Los testimonios recibidos por la OACNUDH señalan que algunos detenidos han sido sometidos a torturas físicas- incluyendo quemaduras con pistolas de electricidad y/o cigarrillos, el uso de alambres de púas, golpizas con puños y tuberías, e intentos de estrangulación”, reza el informe de la ONU.

“Tanto hombres como mujeres que han sido detenidos, han proporcionado a la OACNUDH relatos de la violencia sexual vivida mientras estaban privados de libertad. Algunas mujeres, fueron objeto de violencia sexual, incluyendo violación y señalaron que son comunes las amenazas de abuso sexual. Los detenidos varones también denunciaron casos de violaciones con rifles y otros objeto”, agregaron en el informe.  

La construcción del “Nuevo Chipote”, fue una forma de bajarle el tono a las  graves denuncias internacionales en contra de la Dirección de Auxilio Judicial de Managua, que funcionó por años en “El Chipote”, aunque el régimen, no estuvo dispuesto a hacer más humano el trato en las nuevas instalaciones a opositores que nunca dejaron de exigir el fin de su mandato. 

Daniel Ortega y Rosario Murillo los hizo pagar con secuestros, desaparición forzada y por si faltara algo, ordenó a los jueces ir allá, juzgarlos y condenarlos ahí mismo.