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Monseñor Báez: “Jesús también fue arrestado en forma ilegal”

El obispo auxiliar de Managua, exiliado en Estados Unidos, Monseñor Silvio Báez, comparó la situación de Nicaragua con la crucifixión de Jesús. Esto sucedió durante su homilía oficiada este Domingo de Ramos.

El religioso se refirió a cuando a Jesús lo juzgaron falsamente. Este “relato no solo revela sentimientos de mentira y de odio en los adversarios de Jesús, sino que está plagado de irregularidades jurídicas que culminaron en su condena y su muerte”, señala monseñor Báez.

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“Jesús fue arrestado en forma ilegal. Quienes lo apresaron no tenían ninguna orden judicial para hacerlo, fue arrestado sin haber cometido ningún delito y sometido a un juicio religioso y a otro político, en los que no se respetaron los más mínimos procedimientos establecidos por la Ley”, refirió Monseñor Báez, comparando la situación con la que vive actualmente Nicaragua.

Caifás y Pilato como verdugos de Jesús

A Jesús también lo acusaron en un juicio con irregularidades por dos verdugos muy conocidos como lo son Caifás y Poncio Pilato. Uno lo acusó de Blasfemia y el otro “cedió a las presiones políticas, no quiso poner en juego sus privilegios y su poder y lo condenó a muerte”.

“Jesús fue irrespetado y humillado en su dignidad, siendo sometido a terribles torturas y maltratos físicos durante su juicio y su crucifixión”, señala el religioso.

Monseñor Silvio Báez también habla sobre la mujer de Pilato que defendió a Jesús al darse cuenta de las injusticias que se cometieron. “No sabemos su nombre, pero representa la reserva moral que hay en la conciencia de todo ser humano”.

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“La voz de esta mujer representa las voces de quienes hoy defienden a las víctimas inocentes y se alzan contra el atropello a los derechos humanos. Estas voces dan la apariencia de ser débiles y dispersas, el mundo no parece escucharlas y los poderosos se esfuerzan en aplastarlas y acallarlas”, destaca.

Para Monseñor Báez lo que hizo la mujer de Pilato es necesario seguir haciéndolo hoy, pues afirma que “tenemos que ser voz de los justos que no tienen voz y son condenados; y tenemos que ser voz contra los que tienen demasiada voz y, por eso, condenan a los justos”.